El Jóven Rico y el Rey Salomón
Tanto el joven rico del evangelio de Marcos como Salomón tuvieron que tomar una decisión muy difícil. ¿Qué desea tu corazón? ¿Riqueza, aventura, sabid...
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El 1 de Enero es un Día Santo de Guardar para los Católicos. No porque es Año Nuevo, sino porque es la octava de Navidad. La fiesta de Maria, Madre de Dios, enfatiza la realidad de la encarnación. En Jesús, el Creador verdaderamente se hizo hombre. Ese hombre tuvo, y aun tiene, una madre. Así lo afirmó el concilio ecuménico de Éfeso en el 431 AC.
La Madre del Mesías ha sido llamada muchas cosas en los últimos 2000 años – Virgen Maria, Nuestra Señora, Santa Madre. Pero llámala “Madre de Dios” y verás a muchos cristianos retorcerse.
Esto no es nada nuevo. Un día, a principios del siglo quinto, un sacerdote predicó un conmovedor sermón en presencia del patriarca de Constantinopla. El tema era la Santa Madre de Jesús. El predicador continuamente se refirió a Maria como la “Theotokos” que significa “la que dio a luz a Dios” o “Madre de Dios”. Esto no era ninguna novedad – los cristianos habían invocado a Maria bajo este título por lo menos durante doscientos años.
Sin embargo, al finalizar el sermón, el patriarca subió las gradas del pulpito para corregir al predicador. “Debemos llamar a Maria Madre de Cristo”, dijo el patriarca Nestorio,” y no Madre de Dios. Ella fue la madre de su naturaleza humana, no la madre de su divinidad.”
Sus comentarios suscitaron un alboroto. La disputa estremeció no solo a la congregación, sino a todo el imperio.
Cirilo, patriarca de Alejandría, Egipto, inmediatamente reconoció que la teología mariana de Nestorius era un síntoma de un problema mucho más profundo, un problema relacionado al misterio de la misma encarnación. Puesto que negar a Maria el título de “Madre de Dios” hace de Jesús una dicotomía, alguien con trastorno de personalidad múltiple Significaría que Dios no adoptó nuestra humanidad para convertirse hombre. Más bien, significaría que la humanidad de Cristo esta herméticamente apartada de su divinidad, como si Jesús fuese dos personas, como si la naturaleza humana fuera tan desagradable para que Dios, en Cristo, tuviera que mantener su distancia de ella. Para Nestorio estaba bien decir que a través de Jesús, Dios resucitó a Lázaro, multiplicó los panes, o caminó sobre las aguas. Pero no estaba bien decir que en Jesús Dios nació o Dios murió.
Cirilo, consciente de que este era un desafío al corazón de nuestra fe, exigió que se convocara a un concilio ecuménico para decidir el asunto. Y así en el año 431, se reunió el Concilio de Éfeso, bajo el liderazgo de Cirilo, y solemnemente se proclamó que Maria debía ser honrada justamente como la Theotokos, Madre de Dios. El concilio proclamó que desde el momento de su concepción, Dios verdaderamente se hizo hombre. Claramente, Maria es solamente una creatura y nunca podría ser el origen de la eterna Trinidad, Dios sin principio ni fin. Pero la segunda persona de la Santísima Trinidad eligió convertirse en hombre verdadero. No ocurrió que simplemente tomara prestado un cuerpo humano para conducirse en este mundo por un tiempo, ascender de regreso al cielo y luego descartarlo como un automóvil usado. No, en el momento de su concepción en el vientre de Maria, algo sorprendente ocurrió. Dios Hijo se unió con una naturaleza humana para siempre. La humanidad y la divinidad se unieron tan profundamente en Jesús, hijo de Maria, que nunca podrían separarse. Todo acto realizado por el hijo de María, sería un acto divino y humano. Así que verdaderamente es correcto afirmar que un hombre resucitó a Lázaro de entre los muertos y ordenó a los vientos y las olas del mar, que Dios nació en la primera Navidad y que Dios murió el viernes santo.
El Concilio de Éfeso, una vez ratificado por el Papa, se convirtió en el tercer concilio ecuménico de la Iglesia Católica, y sus enseñanzas sobre este tema son dogma, verdad revelada por Dios que todos debemos aceptar.
Entonces, ¿por qué la liturgia romana celebra la Octava de Navidad como la Fiesta de Maria Madre de Dios? Porque esta paradójica frase forma parte de la esencia de la Navidad. Los canticos que entonamos y las tarjetas que escribimos exaltan al bebe de Belén como Emmanuel, Dios-con-nosotros. Esta tan “con-nosotros” que después de la visita de Gabriel a la Virgen de Nazaret, el Verbo Divino nunca se separaría de nuestra humanidad. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
La fiesta de Theotokos y la Octava de Navidad se celebran el 1 de enero. Esta publicación se ofrece como una reflexión sobre las lecturas para la misa de ese día (Números 6:22-27; Salmo 67; Gálatas 4:4-7, y Lucas 2:16-21).
Traducción al español por Miguel Carranza
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