Fiesta de boda en Caná – signo de transformación
Todos hemos escuchado la historia del primer “signo” realizados por el Señor – cómo Jesús transformó el agua en vino en las bodas de Cana a petición d...
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En esta publicación se hace una reflexión sobre el significado original de la Cuaresma en la Iglesia primitiva y nos muestra cómo el dialogo de Jesús con la Samaritana en el pozo puede ayudarnos a entender la Cuaresma.
La Cuaresma es una época para hacer introspección. Leemos el libro del Éxodo y vemos a los israelitas quejándose incluso después de las sorprendentes cosas que Dios ha hecho por ellos (Éxodo, 17:3-7). Nos vemos reflejados en ellos. Para muchos de nosotros, la Cuaresma nos presenta con el equivalente espiritual de las resoluciones de Año Nuevo. Durante esta época nos disponemos a trabajar en nosotros mismos durante cuarenta días para no tener que deambular cuarenta años en el desierto. Hacemos cosas para quemar la grasa que nos hace caminar más lento, tratamos de mejorar nuestra dieta espiritual y hacemos algunos ejercicios espirituales para fortalecer los músculos que llamamos “virtudes”.
Sin embargo, en los primeros días de la Iglesia, la Cuaresma no era un tiempo para enfocarse en el interior. Era una época para que los católicos se enfocaran en el exterior. Era una época no solo para el crecimiento personal, sino también para el crecimiento de la Iglesia.
En los días de los Padres de la Iglesia, ¿toda la Iglesia ayunaba, oraba y daba limosnas durante los cuarenta días antes de la pascua? Absolutamente sí. Sin embargo, los católicos hacían esto principalmente por el bien de los demás. Habían principalmente dos grupos de personas que se beneficiaban de esta oración y penitencia: los nuevos católicos que serían bautizados durante la Pascua y los católicos “no practicantes” que serían readmitidos a la comunión. Ellos oraban y ayunaban durante la Cuaresma para romper el poder la oscuridad y para prepararse a cruzar el Jordán hacia la Tierra Prometida.
Debemos recuperar esta antigua tradición y hacer penitencia por y con aquellos que ingresaran o regresaran a la Iglesia en la Pascua. Hay algo más que deberíamos hacer. Hay millones más que deberían estar regresando o ingresando. Necesitamos contarles sobre Jesús.
“¿Evangelizar? Ese no es mi carisma, no va con mi personalidad”. “Primero necesito educarme más.” “Yo evangelizo con el ejemplo.” Sin embargo, el Concilio Vaticano Segundo y todos los Papas desde entonces enseñanza que todos los católicos están llamados a evangelizar con sus hechos o con sus palabras.
Es cierto que no todos somos un Fulton Sheen, y no todos podemos sacar un grado en teología. La historia de la samaritana (Juan 4) nos enseña el tipo de evangelización que todos podemos realizar.
Primero, Jesús nos da el ejemplo de cómo hacerlo. Él llega a un pueblo donde todos son miembros de una secta herética y se sienta cerca de un pozo. Una mujer llega a sacar agua. Los israelitas usualmente no hablan con los samaritanos, ni mucho menos beben de sus vasijas que eran consideradas ritualmente impuras. Encima de todo, los hombres usualmente no conversan con las mujeres. Sin embargo, Jesús reconoce su existencia y le afirma al estar dispuesto a aceptar una bebida de ella.
Una vez que ella sale de sus sorpresa, comienza el dialogo. Primero conversan sobre el agua, los pozos, los judíos y los samaritanos, pero luego Jesús le pregunta sobre cosas que la confunden un poco y la hacen reflexionar. Finalmente le pregunta algo que la lleva a admitir su necesidad. Está necesitada de amor y ha pasado por muchos compañeros de vida buscando al adecuado. La mirada penetrante de Jesús atraviesa su alma diciéndole que su amor es el que ella ha estado buscando. Ella abandona su jarra de agua y regresa a la ciudad para contarles a todos sobre Jesús.
¿Acaso espero a tener un título en teología? ¿Acaso se sentó con la gente y le demostró usando la Escritura porque él era el Mesías? No. Simplemente le conto a la gente, con alegría, certeza y convicción lo que Jesús había hecho por ella. Invitando a la gente a venir y experimentarlo por ellas mismas.
Y así fue como una gran parte de ese pueblo herético vino a creer en Jesús. Y así es como una gran parte del Imperio Romano vino a creer. No hubo cruzadas en estadios, ni predicadores en televisión. Los cristianos simplemente escuchaban a sus vecinos y compañeros de trabajo con respeto y amor, les hacían preguntas para averiguar sus necesidades y le contaban como Jesús había suplido necesidades similares en sus vidas. Luego se extendía una invitación para venir a constatarlo.
Una de nuestras resoluciones cuaresmales este año debería ser sobreponernos al temor de compartir la buena nueva, tomar conciencia d las necesidades espirituales de aquellos a nuestro alrededor y compartir Su amor. Muchas más personas de las que imaginarias están buscando. “Los campos están listos para la cosecha” (Juan 4:35)
Este artículo sobre el significado de la Cuaresma y la Samaritana en el pozo se ofrece como una reflexión sobre las lecturas para el tercer domingo de Cuaresma, Año A, (Éxodo 17:3-7; Romanos 5:1-2. 5-8; Juan 4: 5-42). Estas lecturas también se utilizan para el Primer Escrutinio en el Rito de la Iniciación Cristiana para Adultos que ocurre cada año en el Tercer Domingo de Cuaresma, así que pueden ser leídas para las misas de los años B y C.
Traducción al español por Miguel Carranza
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