Dios Padre

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La Paternidad de Dios se ha visto atacada con el surgimiento del feminismo. Si sabemos que Dios es espíritu, que trasciende la distinción de género, lo masculino y lo femenino, ¿por qué conservar la práctica, que algunos consideran anticuada y patriarcal, de referirse a la divinidad como «Padre»? Aprovechando la celebración del Día del Padre, este artículo aborda este tema.

En el mes de Junio, no solo Estados Unidos, sino también otros 55 países honrarán el papel que los padres desempeñan en la familia y en la sociedad. Esta celebración secular moderna del día del padre nos invita hacernos una pregunta muy importante: ¿Qué significa llamar “Padre” a Dios?

La mayoría de las grandes religiones del mundo creen en un Dios y enseñan la esencia de los Diez Mandamientos.

Sin embargo, la idea que el Ser Supremo no es solo “Rey del Universo” o “Maestro” si no también un “Padre” que desea entablar una relación cercana y personal con nosotros, solo se encuentra en las enseñanzas de Jesús.

El Padre como Origen y Proveedor

Cuando llamamos “Padre” a Dios, no queremos decir que Él sea un anciano con barba blanca. Es la segunda persona de la Santísima Trinidad que se unió a una naturaleza humana masculina en el vientre de Maria. El Padre y el Espíritu Santo son puro espíritu y trascienden lo masculino y lo femenino (CIC 239).

Esta no es una idea nueva introducida al Cristianismo por el movimiento feminista. La Iglesia siempre ha enseñado que la palabra “Padre”, cuando es aplicada  a Dios, se usa como analogía. Las analogías, a pesar de ser imperfectas, nos dicen algo verdadero . Hasta hace poco, el Padre era reconocido en la cultura occidental como el origen, la cabeza, el proveedor de la familia. Llamar a la primera persona de la Santísima Trinidad “Padre” quiere decir que él es el origen y la autoridad trascendente de todo y cuida de las necesidades de todos.

Intimidad y afecto

Sin embargo, todos sabemos instintivamente que pagar las cuentas y gritar órdenes no es suficiente para ser considerado padre. Esperamos que papá tenga una relación intima, afectiva con sus hijos, que pase “tiempo de calidad” con ellos. Llamar a Dios “Padre”, quiere decir entonces que El está cerca de nosotros, íntimamente preocupado por nosotros, nos quiere mucho e incluso se podría decir que nos ama con locura. Él no es un relojero distante, como lo describen los deístas. Según los filósofos, este Dios frio creó el mundo para que caminara en virtud de las leyes naturales, para que El pudiera ocuparse con actividades más interesantes.

Si Dios es amor, ¿por qué existe el sufrimiento?

Esto no quiere decir que Él nos facilitará todo. Nos ama tanto que nos hizo a su imagen y semejanza, lo que significa que nos hizo libres. Y por la libre elección del primer hombre, la maldad y la muerte entraron a nuestro mundo. Dios no nos protege de las problemáticas consecuencias este “pecado original” que cada uno de nosotros, tristemente, ha ratificado con su propio pecado personal. Él nos envió profetas, como Jeremías, para advertirnos de las horribles consecuencias de la desobediencia. Y finalmente nos envió a su hijo primogénito como nuevo Adán, para pagar el precio de esta desobediencia y darle a la raza humana un nuevo comienzo inmerecido.

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El padre no protege a sus hijos

La consecuencia más horrible del pecado, la muerte eterna (Gehena), por gracia de Dios ha sido eliminada para todos los que aceptan el regalo de la salvación que viene por medio de la cruz de Cristo. Sin embargo, la maldad aun ronda en el mundo y la maldad trae consigo pruebas y tribulaciones. Nuestro Padre no nos resguardará más de lo que protegió a Jeremías (Jer. 20:10-13) o a Jesús. Un buen padre no protege siempre a sus hijos de las duras realidades de la vida, sino que les ayuda mientras progresan en las etapas de su desarrollo para enfrentar los desafíos y crecer a través de las dificultades. La Escritura dice que incluso Jesús aprendió la obediencia por medio de los sufrimientos (Hebreos 5:8-9).

Así que, como un verdadero Padre, Él nos ama demasiado como para sacarnos de las llamas. Sin embargo, hay una cosa de la que podemos estar seguros – Él nunca nos dejará luchar nuestras batallas solos.

Este ensayo sobre la paternidad de Dios y por qué lo llamamos Padre se ofrece como una reflexión para el doceavo domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo Liturgico A, (Jeremías 20:10-13, Salmo 69, Romanos 5:12-15; Mateo 10:26-33) que usualmente ocurre cerca o en el dia de la celebración del Día del Padre en Estados Unidos. 

Traducción al español realizada por Miguel Carranza.

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