Epulón y Lázaro, el rico y el mendigo

Este artículo también está disponible en: Inglés, Italiano

En capítulo 16 del evangelio de San Lucas narra la  historia del rico y el mendigo, Epulón y Lázaro. Esta historia nos enseña como algunas decisiones que tomamos llevan a adicciones que pueden determinar nuestro destino eterno. La Glotonería, uno de los 7 Pecados Capitales, es un veneno que tiene un antídoto – la virtud cardinal llamada Templanza o Moderación.

La Templanza.

Para algunos americanos mayores, esta palabra evoca imágenes de la señora Carrie Nation quebrando botellas de ginebra en protesta por el consumo de licor.

Sin embargo, la palabra templanza no es sinónimo de abstinencia de alcohol o de abstinencia de otra cosa. Significa que el deseo por diferentes placeres es balanceado con otras necesidades y obligaciones legitimas.

TEMPLANZA Y GLOTONERIA

La templanza también es llamada moderación. Esta virtud es el poder por el cual al placer se le permite hacer su trabajo de refrescar y recompensarnos en las actividades que sostienen nuestra vida (como descansar, trabajar, comer, procrear), pero evita que nos hagamos adictos a estas actividades interfiriendo  con nuestra salud y nuestros deberes. Es una de las virtudes cardinales, una de las virtudes principales, que han sido identificadas tanto por los antiguos filósofos griegos como por la palabra inspirada de Dios, que todos deben poseer y perfeccionar si quieren vivir una vida exitosa.

En ausencia de la templanza, nos dejamos llevar por el deseo de placer con resultados predecibles: indigestión y resaca. Comer y beber demasiado es Gula, uno de los siete pecados capitales. Dejarnos llevar desmesuradamente por cualquier apetito, no solo de comida y bebida, es también un tipo de gula: demasiada televisión, ejercicio, ir de compras, Facebook, hablar por teléfono, etc.

Dives, the Rich Man and Lazarus, the Beggar - Dr. Marcellino D'Ambrosio - Rich man and LazarusLo más triste sobre la gula es que nos hace concentrarnos solo en nosotros mismos. La búsqueda de placer lleva a la negligencia no solo de nuestra salud y bienestar, sino también de las necesidades de quienes nos rodean. Nuestra compulsión por más placer finalmente lleva a la injusticia: tomaremos mas fresas de las que nos corresponden y no le dejaremos ninguna a nuestros hermanos.

Este fue el problema con los israelitas adinerados a los que el profeta Amós reprendió en la primera lectura de este domingo. Su falla no era su riqueza. Tampoco que de vez en cuando disfrutaran de su riqueza. El problema es que todo lo que hacían con su riqueza era consentirse a sí mismos, lo cual es evidenciado por el hecho que el Reino de Israel colapsaba a su alrededor.

EPULÓN, EL RICO Y LAZARO, EL MENDIGO

Lo mismo aplica para el hombre rico en el evangelio de este domingo (Lucas 16).  Este rico no solo festeja los sábados y en los días festivos, sino todos los días. No solo falló en invitar al pobre Lázaro a su fiesta, sino en compartir las sobras con los mendigos que se sentaban frente a la puerta de su casa.

¿Acaso se burló de los mendigos, les echó sus perros o les hirió a propósito de alguna forma? No, el rico no cometió ninguno de estos pecados. Su pecado fue de omisión: falló en hacer algo para aliviar el sufrimiento de alguien que estaba justo bajo sus narices. Estaba cegado al sufrimiento de los demás por su auto indulgencia y había silenciado la voz de su conciencia.

Hubo consecuencias eternas para la decisión tomada por el rico. El que endureció su corazón reusándose a la misericordia, se encontró a si mismo exiliado de la Misericordia por toda la eternidad. Al final de la historia, la conversación entre el alma condenada y el Padre Abraham es lamentable. El pensó que tal vez la dureza de corazón y la sordera de oído podrían ser  superadas si Dios les hablaba más fuerte, con milagros más grandes de los que Moisés y los profetas habían realizado. “Si tan solo alguien regresara de entre los muertos para advertirle a mis hermanos…”. El irresistible compromiso que sus hermanos tenían con su comodidad les hacía acallar la voz del mismo Señor Resucitado y cerrar sus oídos. Algunos  harían cualquier cosa por proteger su estilo de vida, la forma de adicción que han elegido.

PROTEGIENDO NUESTRAS ADICCIONES

¿Por qué, a pesar de toda lógica, de toda evidencia científica, de toda misericordia, es permitido el aborto en nuestro país? Porque es necesario proteger el estilo de vida de cada uno de los sectores  poderosos de la población.

Ese es el precio que nuestro país está dispuesto a pagar por proteger sus adicciones. La pregunta es, ¿cuál es la adicción que tú estás protegiendo?

Este artículo fue publicado originalmente como una reflexión sobre las lecturas para el Vigésimo Sexto Domingo del tiempo ordinario, Ciclo C  (Amós 6:11-16; 1 Timoteo 6:11-16; Lucas 16:19-31).  Traducción al español realizada por Miguel Carranza.

No Comments

Post A Comment