Monedas de viuda, comida de viuda – belleza de los tesoros ocultos
La historia sobre las monedas de la viuda en el evangelio y la visita de Elías a la viuda de Sarepta en el Antiguo Testamento, son historias muy conoc...
Este artículo también está disponible en: Inglés, Italiano
¿Realmente Jesús resucitó a la hija de Jairo y realizó otros milagros? Los deístas, incluyendo algunos de los fundadores de Estados Unidos, como Thomas Jefferson, dijeron que no, y su escepticismo iluminista continúa influenciándonos hoy en día.
En los días en que los estados de la unión americana aun eran “colonias” y los hombres usaban largas pelucas blancas, una nueva forma de pensar cautivó las mentes del mundo occidental.
“Las historias de la Biblia que contienen milagros y las vidas de los santos pueden ser pintorescas, entretenidas e incluso tener cierto significado simbólico. Sin embargo, ¡no debemos entenderlas de forma literal! Oh, por supuesto que Dios existe, pero si el Creador hizo un mundo tan maravilloso, que se rige de acuerdo a leyes de la naturaleza que Él mismo diseñó, ¿por qué habría de intervenir y obrar en contra de esas leyes? Así que no hay que ser tan ingenuos”.
Thomas Jefferson incluso llegó al extremo de tomar unas tijeras y recortar todas las historias sobrenaturales de la Biblia, dejando únicamente las enseñanzas morales de Jesús. Otros mantuvieron su Biblia intacta, pero leían con escepticismo todas las historias que contenían milagros, como si estuvieran leyendo mitología griega. Este movimiento, conocido como Iluminismo, era demasiado sofisticado para tomar literalmente estas fantasías primitivas.
Sin embargo, el Iluminismo planteó un cuestionamiento muy bueno: ¿Por qué el Creador del Universo habría de violar las leyes de la naturaleza? Tal vez porque no todo lo que experimentamos en este mundo caído de la gracia sea tan “natural” después de todo. La primera lectura de este domingo nos dice claramente que la muerte no es algo “natural”. Dios diseñó a los seres humanos para que vivieran para siempre. La muerte entró al mundo debido a la envidia del demonio y la muerte espiritual que vino como consecuencia del pecado de nuestros primeros padres tuvo desastrosas consecuencias. Uno de los principales filósofos del Iluminismo, Gottfried Leibniz, dijo que el mundo en que vivimos era el mejor de todos los mundos posibles.
Génesis y el libro de la Sabiduría no están de acuerdo con este planteamiento.
Probablemente Dios hace milagros que aparentemente desafían las leyes naturales para restaurar la naturaleza, para rescatar su creación de toda la degradación y miseria que el pecado ha desatado en el mundo. Además, en el caso de las leyes verdaderamente naturales: si Él creó la naturaleza, Él está por encima de ella. La palabra “Naturaleza” viene de una palabra en latín que significa “nacer”. La naturaleza es aquello que ha nacido, que ha llegado a existir. Nuestro Dios, a diferencia de los dioses de las mitologías griegas y romanas, no tiene principio ni fin. Él es, era y será. Por lo tanto, trasciende la naturaleza, es súper-natural.
A esto se refiere el evangelio de San Marcos cuando nos habla sobre Jesús calmando la tormenta, sanando a la mujer con el flujo de sangre y resucitando a la hija de Jairo. Al estar frente a Jesús estamos en presencia del Misterio. Él no alega, no hace conjuros, ni recita encantamientos. Él hace cosas súper-naturales no a través de peticiones, sino por su simple mando. El escepticismo o el miedo no sirven de nada. Si quiero experimentar el poder salvífico y vivificante que Él ofrece, la única respuesta útil y apropiada es la fe. Ante las tragedias y los desafíos de este mundo imperfecto, esto es lo que dice la fe:” Yo no puedo, Él si puede y por eso voy a dejar que Él lo haga.”
Había muchos niños enfermos en Palestina ese día, pero solo Jairo creyó que Jesús podía hacer algo y dejó que actuara, a pesar que los demás se burlaban de él. Muchos adultos tocaron a Jesús ese día mientras caminaba entre la multitud. Solo una mujer creyó que Jesús podía sanarla. Ella tuvo la audacia de extender su mano y tocarlo con fe y el poder sanador fluyó de Él y la transformó para siempre.
Si la Eucaristía verdaderamente es el Cuerpo y la Sangre de este hombre súper-natural, ¿por qué no vemos más sanaciones, más milagros y santificaciones en la vida de los que comulgan?
Tal vez sea porque muchos de los que hacen fila para comulgar el domingo son como las personas en aquella multitud del tiempo de Jesús: se encontraron a Jesús en la plaza, pero estaban demasiado ocupadas para darse cuenta y demasiado apáticas para tener alguna expectativa. O tal vez sea porque somos demasiado “iluminados” como para creer en esas milagrosas historias de la Biblia.
Esta publicación se enfoca en la resucitación de la hija de Jairo, en los milagros, en la fe que expectante y el iluminismo – la religión de Thomas Jefferson y muchos de los fundadores de Estados Unidos. Se ofrece como una reflexión sobre las lecturas para el Treceavo Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo Litúrgico B (Sabiduría 1:13-15, 2:23-24; Salmo 30; 2 Corintios 8:7-15; Marcos 5:21-43). Pero también pueden leerse el 4 de julio, fecha en que conmemora la independencia de Estados Unidos.
Traducción al español por Miguel Carranza.
No Comments