El Jóven Rico y el Rey Salomón
Tanto el joven rico del evangelio de Marcos como Salomón tuvieron que tomar una decisión muy difícil. ¿Qué desea tu corazón? ¿Riqueza, aventura, sabid...
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La parábola de la viña y los labradores o viñadores homicidas advierte a las personas y las naciones que ningún muro protegerá a una sociedad que ha sido muy bendecida y sin embargo continúa dando malos frutos y uvas amargas, reusándose a dar el debido respeto a Dios. La seguridad y la paz que sobrepasa todo entendimiento son las recompensas sólo para aquellos que agradecen a Dios sus bendiciones.
H ace algunos años viajé hasta el lejano norte de Inglaterra. Ahí, extendiéndose por más de 73 millas de costa a costa, se alza un impresionante muro construido bajo el mandato del emperador Romano Adriano.
Su construcción de piedra fue diseñada para durar mucho tiempo ya que marcaba la frontera norte del imperio más grande que el mundo haya conocido. Se suponía que debía proteger a los británicos romanos de los bárbaros del norte. Soldados de todas partes del imperio estaban acuartelados ahí y las excavaciones recientes nos cuentan la fascinante historia de sus vidas y sus muertes.
La civilización romana tenía cerca de 1000 años cuando el muro fue construido. Los constructores probablemente pensaron que Roma duraría para siempre. De hecho, hubo soldados cuidando el muro continuamente por más de 275 años después de su construcción.
Sin embargo, el Imperio no duraria para siempre. A pesar de todos sus muros protectores y sus fortalezas, Roma colapsó y el muro de Adriano se convirtió en una cantera utilizada por los lugareños buscando materiales de construcción.
Los historiadores han gastado mucha tinta debatiendo el por qué la civilización romana cedió ante bandas de merodeadores y bárbaros. Pero cuando vamos a la médula del asunto la respuesta está en la Biblia (ver Isaías 5:1-7 y Mateo 21:33-43)
Roma cayó por la misma razón que el reino de Israel y Judá cayeron muchos siglos antes. La Divina Providencia había bendecido abundantemente a estas tres sociedades, pero también les había encontrado defectos. Él había plantado estas sociedades como viñas de primera, sin embargo las tres publicaciones habían dado uvas amargas: idolatría, adulterio, luchas sociales e injusticia social eran algunos de los malos frutos que produjeron antes de colapsar.
¿Y qué hay de la gente de Jericó? ¿Por qué se derrumbaron sus muros frente a Josué? ¿Acaso tendría algo que ver con el hecho de que sacrificaban niños y practicaban rituales religiosos que involucraban prostitución?
Eso fue antes. ¿Y ahora qué?
Estados Unidos fue fundado en gran parte por gente que buscaba convertirla en “la ciudad en la cima del monte”. Su lema era “En Dios confiamos”. Recientemente, los jueces de los Estados Unidos buscando ser “políticamente correctos” decretaron que este este lema religioso podría conservarse sin infringir los derechos de nadie, precisamente porque se dice sin intención.
Anteriormente, Estados Unidos exportaba democracia al mundo. Ahora exporta McDonald’s, Wal-Marts y “The Modern Family”.
Muchos asumen que Estados Unidos durará para siempre. Sin embargo, muchos soldados cuidaron el muro de Adriano por más tiempo de lo que hemos tenido presidentes ocupando la Casa Blanca en los Estados Unidos. Ninguna nación, sin importar lo grande y poderosa que sea, es invulnerable. El 11 de septiembre y los recientes huracanes son un recordatorio de ello. Si Estados Unidos continúa dando uvas amargas, sus muros también se derrumbaran.
Quizás en lugar de asesinar a los profetas debamos escucharlos. Quizás debemos comenzar a honrar a Dios en lugar de exiliarlo, a respetar la fidelidad matrimonial en lugar de ridiculizarla, a proteger a los bebés que aún no nacen en lugar de proteger a sus “exterminadores” y a acoger a los refugiados en lugar de rechazarlos.
Y tal vez talvez pudiéramos seguir el consejo de San Pablo (Filipenses 4:6-9) y renunciar a la ansiedad que nos hace miserables y nos hace concluir que debemos “cuidarnos a nosotros mismos” en lugar de hacer las cosas como Dios quiere. Quizás si le damos las gracias a Dios por sus bendiciones e incluso por las pruebas, presentándole nuestras necesidades con fe, veremos un cambio en nuestro estado de ánimo e incluso un cambio en nuestro mundo. Y talvez si llenamos nuestras mentes con esplendor de la verdad en lugar de con basura como “The Modern Family”, podremos darnos cuenta que hay más alegría y serenidad en nuestra vida.
¿Alguna vez has visto una sociedad más frenética que la nuestra? Comemos, bebemos y respiramos tensión. Sin embargo, San Pablo habla de la “paz que sobrepasa todo entendimiento”. Es un tipo de paz qué no desaparece incluso cuando los aviones se estrellan contra las torres y los huracanes inundan las ciudades. Comienza en el interior, pero tiene impacto en el exterior. Sin esta paz, la madre Teresa nunca hubiera soportado el caos de Calcuta y Juan Pablo el Grande nunca hubiera sobrevivido a los tanques de los nazis y la opresión comunista hasta llegar a ocupar la silla de Pedro.
Está paz verdaderamente desafía nuestro entendimiento, pero está ahí para la pidamos a Dios.
Esta publicación sobre el muro de Adriano y la viña de primera que produce fruto marco se ofrece como una reflexión sobre las lecturas para el Vigésimo Séptimo Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo Litúrgico A – Isaías 5:1- 7 (el canto de la viña), salmo 80 (la viña de primera calidad), Filipenses 4: 6-9 (paz que sobrepasa todo entendimiento) y Mateo 21:33-43 (la parábola de la viña y los labradores asesinos).
Traducción al español por Miguel Carranza
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