PEDRO, LA PIEDRA – ¿APARTATE DE MI, SATANAS?

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Más tardó Jesús en alabar la confesión de Pedro en Cesarea de Filipo y en apodarlo “la Piedra” que en reprenderlo como el diablo o satanás. Pedro confesó que Jesús era el Mesías, pero su idea de lo que implicaba ser el Cristo no dejaba espacio para el sufrimiento, el sacrificio o para ser crucificado a causa de ser su discípulo.

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Jesús como el Mesías o Cristo

Tan pronto circuló por Cesarea de Filipo la noticia de que Jesús era el Mesías, el Señor advirtió a sus seguidores sobre las desagradables implicaciones. Cuando los judíos del primer siglo pensaban en el Mesías, pensaban en el ungido de Dios, en David, venciendo gloriosamente a los filisteos y prácticamente a cualquier otro enemigo. Pensaban en la paz y en la prosperidad del imperio gobernado por Salomón.

Jesús sabía que el final de la historia sería aún más glorioso – la vida eterna en el Reino de los Cielos. Sin embargo, también sabía que el camino a esa gloria pasaba por la cruz y que cualquiera que quisiera ser su discípulo debía seguirlo a través de esta vía dolorosa.

Pedro como el diablo

Jesús acababa de nombrarlo “primer ministro” al llamarlo “Piedra” y darle las llaves del Reino. Así que Pedro se sintió con derecho de llevarse al rey aparte y aconsejarle que tomara un camino diferente. Y así como fue alabado antes, ahora era reprendido por su maestro. Jesús incluso lo llama “Satanás”. ¡Algo muy distante de “Piedra”!

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Tentación de Comodidad y Honor

Algunos señalan que esto prueba que Pedro y sus sucesores no son infalibles como los católicos aseguramos. Sin embargo, esto ilustra muy bien lo que la Iglesia Católica enseña sobre el tema.

La doctrina Católica no proclama que el Papa nunca comete errores en sus decisiones personales. Es solo cuando invoca esta autoridad como sucesor de Pedro, hablando bajo la autoridad de la silla de Pedro (“ex cathedra”), que la Iglesia puede garantizar que está actuando bajo el carisma de la verdad dado por el Padre a través del Espíritu Santo.

Cuando Pedro, actuando públicamente, proclama “tú eres el Cristo”, Jesús señala que esta declaración no provenía de Pedro, si no del Padre. Cuando Pedro le dijo en privado, “Que Dios no permita que eso te ocurra”, Jesús señala que el origen de esta declaración es el mismo Pedro. Peor aún, su opinión personal estaba siendo usada por un manipulador diabólico para tentar al Señor a elegir la comodidad y el honor en lugar del sufrimiento y el sacrificio.

Camino a la gloria a través del sacrificio

Jesús no toleraría nada de esto por supuesto. Después de todo, Él es la verdad encarnada. Y la verdad es que la gloria solo llega después del sacrificio. Y el sacrificio incomparable de nuestro Señor, no facilitaría las cosas para sus discípulos, sino que incendiaria el camino de sacrificio que ellos también debían recorrer. Él se ofrecería a sí mismo como sacrificio. Ellos serían llamados a hacer un sacrificio similar: “Ofrezcan sus cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, porque en esto consiste el verdadero culto” (Romanos 12,1-2).

Pedro no logró comprenderlo muy bien. Ninguno de los apóstoles pudo. Es por eso que Jesús tuvo que reprender con tanta intensidad como para decir “Apártate de mí, satanás!”

Durante el ministerio de Jesús, los apóstoles experimentaron inspiraciones pasajeras del Espíritu Santo, sin embargo el Espíritu Creador todavía no residía en ellos. Eso solo sucedió cuando el fuego descendió sobre ellos en Pentecostés.

Sufrimiento y el costo de ser un discípulo

Antes de Pentecostés, los discípulos huían del sufrimiento. Después de Pentecostés corren hacia él. Pedro, quien negó a Jesús, finalmente dio su vida por Él. Uno de los sucesores de Pedro, Juan Pablo II, predicó su sermón más elocuente al continuar sirviendo en el ocaso de su vida, siendo un testigo viviente del amor desinteresado que es fruto de Pentecostés.

La veracidad veraz. La salvación es un regalo de la gracia… ¡pero te costará todo!

Cuando la fidelidad a Jesús te trae burlas en lugar de aplausos, no te quejes como Jeremías. Jesús aclara anticipadamente el costo de ser su discípulo. Sin embargo, también nos recuerda que la perla de gran precio vale todo lo que podamos pagar por ella.

 Este articulo sobre la famosa reprimenda de Jesús a Pedro, “apártate de mí, Satanás”, explora la diferencia entre el entendimiento que Dios tiene sobre el papel que desempeña el Mesías o Cristo, y el entendimiento que tiene Pedro en términos de honor, comodidad y gloria. Se ofrece como una reflexión sobre las lecturas para el vigésimo segundo domingo del tiempo ordinario, Ciclo Litúrgico A (Jeremías  20:7-9, Salmo 63, Romanos 12:1-2; Mateo 16:21-27), sobre la Vía Dolorosa, el camino hacia la cruz y el sacrificio como único camino hacia la gloria.

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