Pedro y Pablo – Discípulos primero

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La revista “Self” verdaderamente es representativa de los tiempos que vivimos. En esta época es socialmente aceptable admitir que la vida se trata solamente sobre “mi”.

El egoísmo no es nada nuevo. Desde que Eva mordió la manzana, los seres humanos se han propuesto destronar a Dios y colocar en Su lugar a la trinidad profana: yo, yo mismo y mi mismo.

Amor a sí mismo

Sin embargo, Jesús nos ordena “ama a tu prójimo como a ti mismo”. ¿Acaso esto no implica que amarse a sí mismos está bien o que incluso es obligatorio?

Absolutamente sí. Dios nos implantó un instinto de auto preservación. El hizo que las actividades beneficiosas, como comer, fuesen placenteras e hizo que las actividades destructivas fueran dolorosas.

También nos dio el intelecto y la voluntad para no ser dominados por el instinto, como lo son los animales. Así que el enemigo de la humanidad se esmera por engañar nuestro intelecto para que pensemos que lo destructivo también es bueno para nosotros, tentándonos a usar nuestra voluntad para elegir las cosas destructivas, contrarias a los mandamientos de Dios. El fin justifica los pedios, nos dice, y si tenemos que pisotear a otros y desafiar a Dios para obtener lo que queremos, que así sea.

Negarse a sí mismo y seguir a Jesus

Esta es la clase de amor por uno mismo que Jesús condena (Mateo 10:37-42). Nos lleva a la ruina, a la confusión y a la frialdad. No hay forma de domesticar esto o hacerlo encajar en una religión. La única solución es matarlo. En el bautismo, este viejo y egocentrista “yo” es crucificado y enterrado con Cristo (Romanos 6:11). El hombre que escribió estas líneas, Saulo de Tarso, sabía lo que decía.

Su cambio fue radical, cambiándolo de perseguidor a perseguido, de agente de odio a apóstol de amor. Solo puede haber un Señor – Jesús o yo.

Pedro – Toma tu cruz

Aceptar a Jesús significa dejarlo ser el jefe, permitirle dar las indicaciones y guiar mis pasos. Tomar la cruz y seguirlo (Mateo 16:24-25) quiere decir aceptar la voluntad del Padre, aun cuando se “cruce” con mi voluntad, aun cuando me conduzca al sufrimiento. Este es el significado de las palabras de Jesús a Pedro “cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas a donde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevara adonde tu no quieras” (Juan 21:18).

Cuando Jesús termino de decir estas palabras, miro a Pedro y le dijo “Sígueme”.

Hace algunos años dijo lo mismo al sucesor de Pedro, el Papa Emérito Benedicto XVI. Aquellos críticos que especularon sobre sus maniobras para construir apoyos para su “candidatura” antes y durante el conclave, me hicieron reír. ¡Después de la muerte de Juan Pablo, el cardenal Josef Ratzinger trato de retirarse en dos ocasiones! En ambos casos, el Papa reusó aceptar su renuncia. Cuando durante el conclave vio que podría resultar elegido, clamo a Dios suplicándole que lo librara. Por esa razón, el salón en el que el Papa recién elegido se pone las vestiduras papales se llama “El salón del llanto”.

Pedro & Pablo, Discípulos primero

Al celebrar la solemnidad de San Pedro y San Pablo, recordemos que antes que estos santos fueran pastores y apóstoles, fueron ovejas y discípulos. Dios hizo grandes cosas en ellos y  atravesó de ellos porque tomaron una decisión de entregar el control de sus vidas y su destino al Hijo del Hombre que también es el Hijo de Dios.

Jesús le dice “sígueme” a cada uno de nosotros. Puede significar tomar un cambio de carrera. Puede significar terminar con una relación que nos está separando de Cristo. O puede significar seguir haciendo lo que ya hacemos pero por razones completamente diferentes…lograr grandes cosas, no para llamar la atención si no para glorificar a Cristo…buscar una relación íntima ya no para tomar si no para dar…no trabajar solo para el fin de semana, si no para el reino.

Esta publicación sobre el llamado seguir a Jesús como lo hicieron Pablo y Pedro se ofrece como una reflexión sobre las lecturas para la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, Junio 29, (Vigilia: Hechos 3:1-10/Gálatas 1:11-20/Juan 21:15-19; Día: Hechos 12:1-11/2 Timoteo 4:6-8, 17-18/Mateo 16:13-19).

 

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