El Jóven Rico y el Rey Salomón
Tanto el joven rico del evangelio de Marcos como Salomón tuvieron que tomar una decisión muy difícil. ¿Qué desea tu corazón? ¿Riqueza, aventura, sabid...
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En el mundo al revés del Reino de Dios la humildad abre puertas, los últimos son los primeros y los mansos y humildes heredaran la tierra. La mansedumbre no es debilidad, y el orgullo es sinónimo de locura. Este artículo explica porque todas las virtudes giran alrededor de la humildad.
Los chicos buenos terminan llegando de último”, dice el mundo. “Los últimos serán los primeros”, responde Jesús. Creo que el Señor de la creación sabe mejor quien tiene la razón. En el evangelio de este domingo Él dice: “quien se exalte será humillado y quien se humille será exaltado” (Lucas 14:11)
Para entender por qué los humildes serán exaltados y los mansos heredaran la tierra, debemos entender qué son realmente la humildad y la mansedumbre.
Humildad no significa mirarse de menos o desconfiar de uno mismo. De hecho, ser humilde implica no pensar en uno mimo.
Los humildes son libres de no pensar en sí mismos puesto que se sienten seguros. Ellos aceptan el hecho que, como creaturas, son pequeñas, vulnerables, y ultimadamente no están en control. Sin embargo, saben que existe un Creador que es grandioso, omnipotente y está totalmente en control. Saben que han sido hechos a imagen y semejanza de ese Creador. Eso les da una dignidad que no tienen que ganarse y que nunca pueden perder. Aunque han empañado esa imagen divina con el pecado, ellos saben que el Creador bajó de las alturas y se hizo hombre para arreglar lo que ellos no podían.
Cuando estropean algo, los humildes no tienen que esconderlo. Simplemente dicen a Dios, “por favor, perdóname”, le agradecen por su misericordia y siguen adelante. Cuando cometen errores a causa de sus limitaciones humanas, no se sorprenden ya que saben que solo Dios es perfecto.
Así es como los humildes se mantienen en contacto con la realidad. Si la definición de demencia es estar fuera de contacto con la realidad, entonces nuestro mundo arrogante delirando que “los chicos buenos terminan llegando de último” está loco.
Los humildes son fuertes, ya que están seguros. Puesto que no tienen nada que probar, no tienen que presumir su fuerza ni usarla para dominar a otros. La humildad lleva a la mansedumbre, y la mansedumbre no es debilidad. Por el contrario, es fuerza bajo control, fuerza utilizada para edificar, no para destruir.
Los humildes no se sienten amenazados por la grandeza de Dios ni por el reflejo de esa grandeza en los talentos de los demás. De hecho, esto es lo que naturalmente llama su atención – la generosidad de Dios donde sea que se manifieste.
La forma de oración que exalta la generosidad de Dios se llama alabanza. La actividad que honra la generosidad de Dios en los demás se llama afirmación. El humilde se deleita en la alabanza de Dios y en la afirmación de los demás.
La razón por la que los humildes toman los últimos puestos de honor en la mesa no es por que piensen mal de sí mismos, sino porque se preocupan por honrar a los demás. La razón por la que los demás les piden que avancen a mejores posiciones es porque saben que esta admirable actitud es muy rara. De hecho, es una cualidad divina. Es exactamente la forma en la que las Tres Divinas Personas se relación entre sí. El Padre glorifica al Hijo, el Hijo glorifica al Padre y el Espíritu esta tan ocupado en glorificar al Padre y al Hijo que la mayoría de nosotros realmente no conoce mucho sobre El.
“Un oído atento es la alegría del sabio” (Sir, 3:28). Los humildes son capaces de escuchar a los demás con un interés genuino y deleitarse en la generosidad de otros. El humilde es aquel que te brinda su completa atención y te hace sentir especial y apreciado. Nos encanta tenerlo cerca. Nos encanta trabajar duro por él y vitorearlo cuando es honrado.
Los orgullosos, por otro lado, están tan concentrados en sí mismos que sus conversaciones se vuelven monólogos. Cuando hablas, ellos no están poniendo atención. Solo están pensando en que van a decir cuando sea su turno de hablar. Eventualmente sonríes, bostezas y te esfuerzas por alejarte de ellos. Mientras los miras alardean sobre sus sobre sus logros. Si trabajas para ellos, haces el esfuerzo mínimo mientras buscas otro trabajo. Así que aquellos que se exaltan a sí mismos ultimadamente quedan solos, pero aquellos que se humillan terminan reuniendo un grupo de admiradores.
Cuando a San Bernardo de Claraval se le pidió nombrar las virtudes cardinales el respondió: “humildad, humildad, humildad y humildad”. La palabra “cardinal” significa “bisagra” y todo gira alrededor de la humildad. La Humildad abre la puerta a los corazones de los demás y al corazón de Dios.
Este artículo que explica porque la humildad abre puertas, porque los últimos serán los primeros y porque los mansos heredaran la tierra, se ofrece como una reflexión sobre las lecturas para el vigésimo segundo domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C (Sirácides 3:17-29, Salmo 68, Hebreos 12:18-24 y Lucas 14:7-14). La mansedumbre no es debilidad sino verdadera fortaleza; el orgullo por otra parte es locura. Todas las virtudes cardinales giran alrededor de la humildad.
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