Puerta Angosta a la Iglesia Universal

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El llamado de Jesús a entrar por la puerta angosta o estrecha parece contradecir la noción de que Dios quiere que todos se salven, que la Iglesia Universal y  católica quiere decir “aquí caben todos”. Pero un análisis más profundo resuelve esta aparente inconsistencia.

Parece que el lema de Dios es “comenzar con algo pequeño y terminar con algo grande”.  Comienza la historia de salvación con dos personas en un lugar que hora conocemos como Iraq. Cuando se planea formar una familia grande, ¿por qué iniciar con una pareja de ancianos que no han sido capaces de tener hijos? Sin embargo, esto es precisamente lo que Dios hizo: convierte a los esterlines Abraham y Sara, ancestros de una familia que se extiende por todo el mundo que  todavía celebran a su memoria casi 4000 años después.

En el plan de Dios, esta familia se convertiría en una poderosa nación.  Siendo un candidato poco probable para la grandeza, esta “nación”  nació de una banda andrajosa de descendientes de Abraham que habían sido esclavos por cientos de años. Un poeta escribió una vez: “qué raro que Dios escogiera a los Judíos”. Sin embargo, después de 40 años de acampar en el desierto, entraron en la tierra prometida y eventualmente se convirtieron en un poderoso reino.

Pero los planes de Dios eran más grandes. Esta nación no acapararía tesoros, viendo de menos al resto del mundo. Ese fue el error de los fariseos. No, ellos debían ser u n pueblo sacerdotal destinado a traer la salvación para todos. Esta salvación también vendría del lugar menos probable. ¿Galilea? ¿Acaso hay algo bueno que pueda salir de esta tierra de Pescadores y montañeses?  Hablaban con un acento tan pronunciado  que se podían distinguir sin esfuerzo (Mateo 26:73).

¿Puedes ver un patrón aquí? El mejor, el más brillante, el más grande y el más fuerte – como el Faraón, Goliat y  Cesar – no son elegidos. Por el contrario,  son los menos aptos para tener éxito, los pequeños, la gente ordinaria. De esta forma, nadie puede agenciarse el crédito y nadie puede desilusionarse. Nadie es calificado y nadie es descalificado. Incluso las estrellas pueden participar si solo se bajan del pedestal y se humillan ante Dios.

Todos están llamados a salvarse y encontrar su lugar en el pueblo de  Dios, la Iglesia. El Único que podía ganarse la salvación ya lo hizo y la compartió con todos nosotros como un regalo gratis, no merecido. Eso es lo que significa la palabra “Católico” – la gracia y la membresía no están restringidas, son universales, para “todo” el mundo y no para una elite o un club exclusivo.

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Eso quiere decir que todos van al cielo, ¿cierto? Es decir, ¿cómo podría un Dios amoroso enviar alguien al infierno? Él no lo hace. Dios tiene un gran corazón, pero como lo  indica el evangelio de este domingo (Lucas 13:22-30), la puerta al cielo es angosta. Nadie va al Padre excepto a través de Él.

El mapa hacia esta puerta angosta es ampliamente publicado. El Padre extiende invitaciones personales regularmente. Sin embargo, la gente tiene que aceptar la invitación y pasar por la puerta estrecha. Aparentemente, muchos eligen no hacerlo. Algunos no pasan por la puerta  por que han sido ofendidos e incluso escandalizados por alguno de los porteros. Otros no entran por que es de mente estrecha insistir que solo esta puerta es la correcta. Algunos están muy ocupados y lo posponen hasta que hayan sentado cabeza. Hay muchas razones. Pero llega un momento en que la aventura se acaba y la puerta se cierra con llave.  El lugar en el que te encuentres en ese momento será el lugar donde te quedes para la eternidad.

El hecho de haber sido bautizado Católico no es garantía de estar dentro. Tampoco el hecho de que hayas aceptado a Jesús como tu Señor y Salvador personal.

Pero fuimos Misa todos los Domingos (“comimos y bebimos contigo”). Pero fuimos a las noches de oración de los miércoles y a los estudios bíblicos (“enseñamos en las calles”)

Las acciones hablan más que las palabras. Tus palabras probablemente gritan “Señor, Señor” (Mateo, 7:21) y tus labios probablemente canten alabanzas todos los domingos,  pero ¿qué dice el “lenguaje corporal” de tus acciones?  El decidir en qué lado de la puerta quieres estar no es una elección que se tome una vez, ya sea en el día en que confesaste a cristo o el día en que fuiste bautizado. Es una elección que debe hacerse cada día hasta el último de los días.

No podemos saber cuándo será ese día. Esta es una pregunta que debe preocuparte – ¿dónde estás parado ahora?

Esta publicación sobre el Señor Jesucristo como la puerta estrecha o estrecha a la Iglesia Católica y universal se ofrece como una reflexión sobre las lecturas para el vigésimo primer Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C (Isaías 66; Salmo 117; Hebreos 12; Lucas 13:22ss).  

Traducción al español realizada por Miguel Carranza.

 

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