Monedas de viuda, comida de viuda – belleza de los tesoros ocultos
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Condenamos a los fariseos tan a menudo que pasamos por alto un aspecto en el que nos parecemos a ellos. La dura aseveración de Jesús, «si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela» es una forma de terapia de choque para que nos demos cuenta cómo podemos ser duros al juzgar las faltas de otros, pero indulgentes al juzgar las nuestras. Es tiempo de tomar acción agresiva contra el pecado.
Los anfitriones en los programas de radio se ganan la vida con esto. Programa tras programa, nos presentan situaciones absurdas, injustas y ridículas para escandalizarnos. Nos encanta escuchar estos programas que nos hace sentir alterados. Nuestra indignación hace que permanezcamos en sintonía del programa y sus ratings de popularidad suben.
Es fácil enfocarse en las cosas escandalosas que otros hacen. Es fácil exigir que estas situaciones intolerables terminen de inmediato. Puesto que decirlo requiere poco o nada de nuestra parte – exigimos que otros hagan algo al respecto, que otros se mueva y tomen acción, que otros sean corregidos.
Esta es la “justicia de los fariseos” que Jesús nos invita a superar en Mateo 5:20. Ellos se preocupaban tanto por quitar la paja del ojo de otros que se olvidaban de quitar la viga de sus propios ojos. Cuando se trata de confrontar nuestros propios pecados y errores, nosotros, al igual que los fariseos, tendemos a perder el sentido de urgencia. Dejamos todo para más tarde, racionalizamos las situaciones y cambiamos el tema.
Este es precisamente el punto que enfatiza una de las frases más duras del evangelio de este domingo: “Si tu mano derecha es para ti ocasión de pecado, córtatela y arrójala lejos de ti; porque mas te vale perderé una parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo.” (Mateo 5:30).
Jesús no está promoviendo la auto-mutilación. Está haciéndonos un llamado a tomar acciones agresivas, incluso acciones que nos duelen. Por supuesto que nuestras manos, nuestros ojos y nuestros pies son solo órganos corporales y por si mismos no pueden hacernos pecar. Sin embargo, algunos lugares a los que nos llevan nuestros pies, algunas cosas que hacemos con nuestras manos, algunas cosas en las que ponemos nuestra mirada, dañan nuestra relación con Dios. Visitar un clug nocturno no es inherentemente malo. ¿Pero qué sucede si cada vez que voy me meto en problemas? Todos somos hijos de Dios. Sin embargo, reunirnos con ciertos hijos de Dios podría ponernos en ocasión de pecado.
Tendemos a racionalizar estas situaciones: “Conservaré mi suscripción de cable, pero no miraré ese canal”. “Seguiré navegando por internet, pero no visitaré ese sitio”. “Iré al bar, pero solo tomaré un par de tragos”.
Si funciona, bien. Sin embargo, si no funciona muchos nos engañamos pensando que luego funcionará – la próxima vez. Tomamos medias medidas, evitando el tratamiento necesario porque sería muy doloroso, muy costoso.
Jesús nos invita a despertar, a ser realistas y a tomar acciones agresivas. Si el internet es tu problema, apágalo. Si la televisión es tu problema, apágala. Mejor es ir por la vida “desconectado” y “fuera de línea” que pasar la eternidad en el chat room de Satanás.
Sin embargo, para evitar tomar acciones decisivas contra nuestras transgresiones a menudo cambiamos el tema y señalamos los pecados de los liberales, de los musulmanes y de los políticos.
El Señor constantemente nos trae de regreso al verdadero problema, el problema que queremos evitar. El Señor nos invita a olvidarnos de los problemas de otros y atender nuestros propios problemas, nuestros propios corazones divididos, nuestra propia hipocresía, nuestras propias transgresiones.
La fortaleza, una de las cuatro virtudes cardinales, no es solo la capacidad de resistir el mal y las dificultades por el simple hecho de hacer el bien. También implica tomar acción agresiva contra la maldad. Si vemos la maldad en nuestras vidas, no debemos tolerarla, ni inventar excusas o dejar las cosas para más tarde. Debemos enfrentarla directamente.
La santidad superficial de los fariseos era severa con el pecado de los demás, pero indulgente con los pecados propios. Este artículo es una reflexión sobre las lecturas para el Sexto Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A (Eclesiástico 15: 15-20; Salmo 119; 1 Corintios 2:6-10; Mateo 5:17-37).
Traducción al Español por Miguel Carranza
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