ACCION DE GRACIAS Y LA EUCARISTIA
Antes que el “Acción de Gracias” fuese un feriado estadounidense, era una celebración distintiva de la tradición judeo-cristiana. Todos los pueblos de...
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La parábola de las vírgenes necias que dejaron que el aceite de sus lámparas se acabara, evoca la pesadilla recurrente de muchos – ser sorprendido para un examen o presentación sin estar preparado.
Muchos no tienen problema con la existencia de Dios, en teoría. Piensan que Dios existe e incluso admiten que quizás le deban algo. Sin embargo, su razonamiento va algo así: “Esta cosa de la religión puede esperar. Después de todo, yo creo en Dios y básicamente soy una buena persona. Realmente tenía la intención de ir a la iglesia esta mañana, pero la fiesta de anoche me dejó más cansado de lo que pensé, tomé demasiado. La próxima semana me pondré al día.”
La necedad es cuestión de prioridades. El necio se preocupa por las cosas sin importancia, invierte tiempo y dinero en cosas que realmente no aportan mucho. La sabiduría es cuestión de poner primero lo primero y no de último. La prudencia, que es el lado práctico de la sabiduría, se trata de hacer un plan para conseguir y alcanzar las cosas más importantes (sabiduría 6:12-16), las cosas no perecederas.
Sin embargo, en su razonamiento el necio dice: “Dios es amor. Si no alcanzo a cubrir los gastos, Él los pagara por mí. Estoy muy ocupado y cansado en este momento”.
Tomar las cosas a la ligera en la preparación para tu examen final no es necesariamente una expresión de confianza en Dios. Si descuidamos la preparación no es una expresión de fe, sino el resultado del pecado de presunción. Cuando confiamos en que Él nos perdone nuestros fallidos intentos de obedecerle, Dios está complacido. Pero cuando intencionalmente descuidamos prepararnos, esperando que Él pague la factura, Dios se molesta.
Si el temor de Dios es el principio de la sabiduría, olvidarnos del Señor es la personificación de la estupidez.
También es estupidez el olvidarnos que no somos inmortales, que aunque Dios está fuera del tiempo nosotros no. Nuestras naciones, nuestras empresas e incluso nuestros cuerpos no duraran para siempre. Todo dejará de existir repentinamente o sufrirá una desintegración lenta y gradual. Es duro pensar en esto, pero el tiempo acabara algún día – para Estados Unidos, para mi e incluso para Amazon.
Jesús dijo muchas veces que aunque este mundo y sus preocupaciones parecieran muy reales y muy urgentes, la sociedad un día desaparecería y todos sus importantes asuntos quedarían en el olvido. Cristo volverá para reclamar su novia. Nos encontrara con aceite en nuestras lámparas – preparados y ansiosos – o nos sorprenderá descuidados. Será como el invitado que se presenta descortésmente temprano a la cena, cuando la casa aún no está preparada y la comida aún no se cocida. Con la diferencia que este invitado no viene a comer, si no a inspeccionar y juzgar.
Todos hemos tenido un mal sueño en que regresamos a la escuela y repentinamente nos damos cuenta que vamos tomar un examen importante y que no nos hemos estudiado nada. Quizás este sueño, como la parábola de las novias necias, sea una advertencia para nosotros. Pues aunque falten muchos años para presenciar el fin del mundo (1 tesalonicenses 5:13-18) todos experimentaremos el fin de nuestro mundo. El vendrá, quizás repentinamente, por cada uno de nosotros cuando él lo decida.
Muchos han especulado sobre la fecha exacta de su venida. Han estudiado mucho el libro del Apocalipsis y otros pasajes bíblicos, como la descripción que Pablo hace sobre ser elevados en el aire en 1 de Tesalonicenses 4. ¿Acaso habrá un rapto secreto antes de su venida? ¿Acaso esto ocurrirá antes de la gran tribulación o después? ¿Lo que está ocurriendo en el medio oriente fue predicho en la Biblia y por lo tanto es una señal de que el fin se acerca?
Preocuparse de estas cosas es simplemente una forma piadosa de dormirse en el trabajo. El fin verdaderamente está cerca. Nuestra función no es calcular el día, sino prepáranos para él. Debemos prepararnos constantemente, tener nuestro equipaje listo y nuestras lámparas ardiendo brillantemente. Si cuidamos de nunca dejarnos absorber por la tiranía de las preocupaciones diarias, nunca seremos sorprendidos desprevenidos. Siempre podemos disfrutar de esta vida mientras la usamos como catapulta para llegar a la siguiente.
Esta publicación sobre las diez vírgenes o novias, cinco necias y cinco prudentes, se ofrece como una reflexión para las Lecturas del Trigésimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo Litúrgico A – Sabiduría 6:12-16, Salmo 63, 1 Tesalonicenses 4:13-18; Mateo 25:1-13.
Traducción al español por Miguel Carranza
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