Vida abundante proveniente del Buen Pastor

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Jesús es el Buen Pastor porque nos conduce a verdes pastos donde la comida abunda y es de la mejor calidad. El desea que nosotros prosperemos, no solo sobrevivamos, para que el mundo pueda ver donde se encuentra la vida en abundancia.

El filosofo ateo del siglo 19, Friedrich Nietzsche, dijo una vez: “Si los cristianos quieren que yo crea en su redentor, tienen que parecer más redimidos”

Había llegado a una conclusión equivocada partiendo de una observación perspicaz. Para Nietzsche la mayoría de los cristianos parecían tan agobiados, inútiles y confundidos como cualquier otra persona. Cuando observaba sus vidas, no observaba esperanza, ni entusiasmo, ni dicha, ni sentido de propósito. Parecía que todavía estaban dando vueltas en el e desierto del Sinaí, anémicos y demacrados; sus rostros estaban mas llenos de imposibilidades que de posibilidades.

Leche, miel y vida en abundancia

Cuando la Iglesia primitiva de Roma celebraba la Vigilia Pascual y el recién bautizado se acercaba a recibir su Primera Sagrada Comunión, había otra copa en el altar junto a la que contenía la preciosa sangre de nuestro Señor. Estaba llena de leche y miel. Por haber atravesado las aguas del bautismo, habían cruzado el Jordán y entrado en la Tierra Prometida.

Sin importar que no pudieran adorar abiertamente al Señor por temor a ser arrojados a los leones. Después de años en el desierto, estaban obligados y decididos a gozar de los frutos de la Tierra Prometida en cada oportunidad que tuviesen. El alimento les hacia bien. Aparentemente, ellos si parecían redimidos, pues a pesar del peligro de la persecución, tantos de sus vecinos creyeron en su redentor que incluso el Emperador confesó su fe en Cristo.

Jesús no derramó hasta la última gota de su sangre para que nosotros fuéramos por la vida arrastrados, esperando pasar por las puertas del cielo a duras penas después de una larga estadía en el purgatorio. Por el contrario, Él nos dice: “He venido para que tenga vida y vida en abundancia” (Juan 10:10).

Ovejas y el Buen Pastor

Esto lo dijo mientras nos hablaba sobre las ovejas y los pastores. En mi última visita a Tierra Santa, aprendí algo sobre las ovejas y por qué los patriarcas de Israel las arreaban por el desierto. A diferencia de las vacas y los caballos, las ovejas pueden sobrevivir comiendo casi cualquier cosa, incluso los sucios montones de hierba secada bajo el sol del medio oriente.

Sin embargo, Jesús es el Buen Pastor. El no se alegra con ver que apenas sobrevivimos.  El quiere que prosperemos. El se complace con las ovejas robustas y sanas, no con las anémicas y escuálidas. Así que nos lleva a pastos verdes, exuberantes (Salmo 23), no quemados ni marchitos. Pone frente a nosotros un verdadero banquete, no almuerzos en bolsas de papel. No raciona nuestra comid; por el contrario, nuestra copa reboza.

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Imaginemos su sorpresa al ver que muchas de sus ovejas pasa de largo por el oasis con suculento pasto y en cambio insiste en masticar hierba seca a la orilla del desierto.

Verdes pastos

Sin embargo, pareciera que esto es lo que la mayoría de cristianos hace. ¿Has notado alguna vez que más gente se acerca a reconocer sus pecados el Miércoles de Ceniza que a celebrar el regalo de la Eucaristía el Jueves Santo? ¿Te ha parecido extraño que de los muchos fieles que renuncian al chocolate y a otras cosas durante la Cuaresma, solo unos pocos disfrutan de Misa diaria, de la adoración al Santísimo Sacramento o de leer las Escrituras un poco más durante el tiempo de Pascua?

Puedes llevar las ovejas a pastar pero no puedes obligarlas a beber. Los verdes pastos de la herencia Católica están llenos de grandes deleites que fortalecerán nuestros espíritus y harán cantar a nuestros corazones. El emocionante nuevo mundo presentado en la Biblia, el bálsamo sanador del sacramento de la penitencia, los escritos de los Padres de la Iglesia, de los Doctores y de los maestros espirituales, las enseñanzas de los Concilios y de los Papas y especialmente la Fiesta de Fe que es la Eucaristía, todo esto provee una abundancia de sabrosos alimentos que muchos de nosotros apenas ha probado.

Tomad y comed

En Tierra Santa, visitar un hogar y no comer los alimentos que generosamente te sirven es un gran insulto. El Señor dio su propia vida para podernos servir esta mesa. Por cortesía a El, por nuestro bien y por el bien de los Nietzsche del mundo que necesitan ver antes de creer, ¡come!

Esta publicación sobre Jesús como el Buen Pastor que nos alimenta, es una reflexión sobre las lecturas para el cuarto domingo de Pascua: Hechos 2: 14, 36-41; Salmo 23; I Pedro 2: 20-25; Juan 10:1-10

Traducción al Español por Miguel Carranza

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