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Los Arcangeles Miguel, Gabriel y Rafael

La voz ángel es nombre del oficio, no de la naturaleza, pues, aunque los santos espíritus de la patria celeste sean todos espirituales, sin embargo no a todos se les puede llamar ángeles. Solamente son ángeles (que significa mensajero) cuando por ellos se anuncian algunas cosas. De ahí que afirme el salmista: hace ángeles suyos a los espíritus (Sal 103,4); como si claramente dijera que Dios, cuando quiere, hace también ángeles, mensaJeros, a los espíritus celestiales que siempre tiene consigo.

Los que anuncian cosas de menor monta se llaman simplemente ángeles, y los que manifiestan las más importantes, arcángeles. De ahí que a María no se le manda un ángel cualquiera, sino el arcángel San Gabriel pues era justo que para esto viniese un ángel de los más encumbrados, a anunciar la mejor de las nuevas. Por esta razón, los arcángeles gozan de nombres particulares, a fin de que—por medio de los hombres—se dé a conocer su gran poderío (…).

Miguel significa ¿quién como Dios?; Gabriel, la fortaleza de Dios; y Rafael, la medicina de Dios. Cuantas veces se realiza algo que exige un poder maravilloso, es enviado San Miguel, para que por la obra y por el nombre se muestre que nadie puede hacer lo que hace Dios. Por eso, a aquel antiguo enemigo que aspiró, en su soberbia, a ser semejante a Dios, diciendo: escalaré el cielo; sobre las estrellas de Dios levantaré mi trono; me sentaré sobre el monte del testamento, al lado del septentrión; sobrepujaré la altura de las nubes y seré semejante al Altísimo (Is 14, 13-14); al fin del mundo, para que perezca en el definitivo suplicio, será dejado en su propio poder y habrá de pelear con el Arcángel San Miguel, como afirma San Juan: se trabó una batalla con el arcángel San Miguel (Ap 12, 7). De este modo, aquél que se erigió, soberbio, e intentó ser semejante a Dios, aprenderá—derrotado por San Miguel—que nadie debe alzarse altaneramente con la pretensión de asemejarse a Dios.

A María es enviado San Gabriel, que se llama la fortaleza de Dios, porque venía a anunciar a Aquél que se dignó aparecer humilde para pelear contra las potestades infernales. De Él dice el salmista: levantad, ¡oh príncipes!, vuestras puertas, y elevaos vosotras, ¡oh puertas de la eternidad!, y entrará el Rey de la gloria… (Sal 23, 7). Y también: el Señor de los ejércitos, ése es el Rey de la gloria (ibid. 10). Luego el Señor de los ejércitos y fuerte en las batallas, que venía a guerrear contra los poderes espirituales, debía ser anunciado por la fortaleza de Dios.

Asimismo Rafael significa, como hemos dicho, la medicina de Dios; porque cuando, haciendo oficio de médico, tocó los ojos de Tobías, hizo desaparecer las tinieblas de su ceguera. Luego es justo que se llamara medicina de Dios.
Este extracto de una homilía de San Gregorio Magno sobre los Evangelios (Hom. 32, 8-9: PL 76, 1250-1251), es usado en el Oficio Romano para las lecturas de la Fiesta de los Arcángeles el 29 de Septiembre. San Gregorio es uno de los más prominentes Padres y Doctores de la Iglesia.

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