Autoridad sobre los demonios – Guerra espiritual

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Demonio. Satanás. Belcebú. Lucifer. Diablo. Los espíritus del mal aparecen en la Biblia bajo diferentes nombres, tanto en el Nuevo como en el Antiguo Testamento. Jesús los expulsa y tiene autoridad sobre ellos. ¿Cómo hacemos sentido de esto, viviendo en la era de la ciencia?

En mi vida he leído muchos ensayos finales escritos por universitarios. La mayoría de estos trabajos no son más que un conjunto de citas de otros autores. Eso es porque los estudiantes universitarios son lo suficientemente inteligentes como para saber que no pueden decir mucho por autoridad propia – para sostener sus argumentos tienen que apoyarse en la autoridad de otros más conocedores que ellos.

Así es exactamente como enseñaban los escribas y fariseos del tiempo de Jesús. “El rabino Abraham dice esto….el rabino Gamaliel dice aquello…”.

Él ordena con autoridad

Así que cuando un nuevo “rabino” aparece en Cafarnaúm, esto es exactamente lo que la gente esperaba que hiciera. Pero les esperaba una sorpresa: Él no citaría nada más que la palabra de Dios. Eso es porque no existente nadie más conocedor que Él. De hecho, Él es la Palabra de Dios hecha carne.

Sin embargo, no solo le habla de esta forma a los humildes pueblerinos. Cuando se encuentra con fuerzas sobre humanas que infunden temor a los corazones de los hombres, Él no se altera. En lugar de que Jesús tuviera miedo de ellos, los demonios le tienen miedo a Él. Al verle, ellos dan un alarido llenos de temor. No hay conjuros ni encantamientos. Jesús, simplemente les ordena: “¡Cállense y salgan de él!”. Un momento después, todo está tranquilo. Quien antes fuera una víctima ahora es un hombre libre y los observadores están maravillados. Los rumores viajan rápido – sucede que el pequeño poblado de Cafarnaúm está en la ruta de las caravanas que van de Siria a Egipto.

Demonios – ¿Mitos previos a la era científica?

Pero, ¿acaso no es toda esta plática sobre demonios una reliquia del mundo mitológico, antes del advenimiento de la era científica? Después de todo, estas personas primitivas no sabían nada de las enfermedades de la mente, desbalances químicos, virus o bacterias. Seguramente explicaban lo que no podían entender en términos de lo sobrenatural.

Pensar así puede sonar muy sofisticado, pero es una idea equivocada. En primer lugar, los demonios no forman parte de lo sobrenatural. Sobre-natural significa que está sobre y más allá de la naturaleza o la creación – en otras palabras, algo no creado y trascendental. Solo Dios podría estar en esta categoría.

Espíritus preternaturales

Santo Tomas llamaba al reino de los ángeles y los demonios “preternatural”, puesto que escapa al conocimiento sensorial que podemos tener del resto de la creación. Los seres humanos fuimos creados por Dios como  espíritus encarnados y la revelación divina nos dice que Dios también creó espíritus puros con la misma libertad que nosotros gozamos. Los espíritus que han escogido usar esa libertad para servir a Dios son llamados “ángeles” o mensajeros y aquellos que usan su libertad para desafiar a Dios son llamados demonios. El orgullo y la envidia los llevan a odiar no solo a Dios, si no a también a los que estamos hechos a su imagen y semejanza.

Por lo tanto, la gente en el tiempo de Jesús tenía buenos motivos para temer a los demonios – puesto que son seres hostiles y poderosos. Además su inteligencia es superior a la nuestra – notemos que el demonio de esta historia, a diferencia de nosotros, se da cuenta inmediatamente de quien es Jesús.

Todo, lo visible y lo invisible

De acuerdo, pueda que los antiguos atribuyeran demasiadas cosas a influencias demoníacas, pero la tendencia moderna comete el error opuesto. La existencia del reino de los ángeles y los demonios es parte de la enseñanza ordinaria del Magisterio de la Iglesia, claramente afirmada por los Papas Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI. De hecho cuando en el credo decimos que creemos en el creador del cielo y de la tierra, “de todo lo visible y lo invisible”, las cosas invisibles precisamente se refieren a este mundo de seres angelicales y demoniacos.

Entonces, ¿por qué es importante creer que tales creaturas existen?

La lucha no es contra carne y sangre

Porque la primera regla del combate es conocer a tu enemigo. Pablo nos lo dice claramente en Efesios 6:12: «Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas.»

Solo Dios tiene poder sobre este mundo. Al someter a los demonios, y después al viento y las olas, Jesús hace lo que solo Dios puede hacer. Una vez que estamos unidos a Cristo, el enemigo no tiene más autoridad ni poder sobre nosotros. A menos claro, que nosotros le demos este poder pecando. Si nos aferramos al Señor y le escuchamos, no tenemos nada de qué preocuparnos. De lo contrario, tenemos mucho de qué preocuparnos.

Esta publicación sobre la guerra espiritual y la autoridad de Jesús sobre los demonios o espíritus del mal, se ofrece como una reflexión sobre las lecturas para el Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B (Deuteronomio 18:15-20,10; Salmo 95, I Corintios  7:32-35; Marcos 1:21-28).

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