El Jóven Rico y el Rey Salomón
Tanto el joven rico del evangelio de Marcos como Salomón tuvieron que tomar una decisión muy difícil. ¿Qué desea tu corazón? ¿Riqueza, aventura, sabid...
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La historia sobre la incredulidad de Tomás nos muestra que incluso los apóstoles viven bajo la Misericordia Divina y no bajo la Justicia. Es por eso que esta historia siempre es leida en el Domingo de la Divina Misericordia, en la octava de Pascua.
Los evangelios narran una increíble historia. Una concepción virginal. Sanaciones milagrosas. Incluso gente que regresa de la muerte. ¿Cómo podemos estar seguros que estas historias no son solo inventos fantasiosos?
Hay bastante evidencia a favor de la confiabilidad de los evangelios, pero esta es una de las más fuertes que yo conozco. Pensemos por un momento. Si fueras parte de un grupo de personas que deciden perpetrar un fraude tan complejo, ¿cuál sería tu objetivo? ¿acaso no quisieras sacar provecho de un proyecto tan arriesgado? ¿ lo harias por fama, por fortuna o por recibir favores especiales? Y si fueras uno de los personajes principales en esta historia, ¿no quisieras al menos aparecer como un héroe en este cuento?
Sin embargo, en la historia que relatan los apóstoles, practicamente todos ellos se ven muy mal. Durante el ministerio público de Jesús, repetidamente no comprenden su mensaje. De hecho, Jesús se desgasta mucho tratando de hacerles entender la verdad a estos necios. Después de ser testigos de muchos milagros durante tres años, uno de ellos traiciona a Jesús y el líder de su movimiento lo niega. Todos menos uno de sus discípulos escaparon cuando fue crucificado y ninguno le cree a Maria Magdalena cuando les trae las noticias sobre la resurrección.
Sin embargo, el episodio relatado en Juan 20:19-31 se lleva el premio. Cristo Resucitado se aparece a los doce la tarde del domingo de resurrección. O mejor deberíamos decir, se apareció a los diez. Judas, el traidor, se había suicidado, y Tomas, el gemelo, no estaba presente. Cuando Tomás regresa al grupo, él se reúsa a creerles y exige que le presenten pruebas físicas: “A menos que ponga mi dedo en sus llagas y mi mano en su costado, no creeré”. Lo cual suena más como un berrinche infantil que a las palabras de un apóstol.
Para ser justos, Jesús pudo simplemente decir “ya basta”. Ya Tomás había visto suficiente. Hechos 1, nos relata que Judas fue remplazado por Matías. Tomás, este escéptico malagradecido, fácilmente hubiera podido ser remplazadotambién.
Pero Jesús no nos trata según nuestras virtudes o estrictamente justicia. ¡Que Dios no lo permita! No, El viene con misericordia dándonos lo que no merecemos. Y así es como trató a este incrédulo. Una semana más tarde, le da lo que pidió. Imaginemos cuanto habrá deseado Tomas comerse sus palabras mientras ponía su mano en el santo costado del Nuevo Adán.
No podríamos decir que Tomas había descubierto la verdadera “fe” en la resurrección a través de este acontecimiento, dado que la fe requiere creer en algo que no se puede ver. El caminar por fe implica NO caminar siguiendo algo visible. En el cielo, veremos a Dios cara a cara; por lo tanto, la “fe” ya no existirá. Dichosos, dice Jesús, son aquellos que han creído sin haber visto.
Pero Tomas si llega a tener fe en algo más que no puede ver. El vio a Lázaro, al hijo de la viuda de Naím y además a la hija de Jairo, todos resucitando de la muerte.
Tomas ahora observa frente a él a otro ser humano resucitado y le dice algo que no había dicho a los tres primero: “Señor Mío y Dios Mío”. Tomas profesa aquí algo que solo puede ser visto con los ojos de la fe. La resurrección de Jesús no es solo una maravilla para el programa “Aunque usted no lo crea, de Ripley”. Jesús no es un simple Houdini del siglo primero. No, su resurrección es señal que él es el Mesías, el Rey e incluso el Dios Eterno, hecho carne.
Es así como este hombre, sobrecogido por la misericordia de Cristo, se conforma con ser conocido por todas las generaciones como el “incrédulo Tomas”. El y los demás apóstoles difunden una historia en la que se ven muy mal, una historia por la cual no reciben privilegios si no persecución y muerte.
Así que, ¿Por qué difunden esta historia?
Porque es verdadera y porque es una proclamación de la misericordia de Dios que no rechaza a los testarudos, a los débiles o a los incrédulos, si no que les da el poder de convertirse en fuertes, amorosos y sabios. “He aquí”, dice Jesús, “yo hago nuevas todas las cosas” (Apocalipsis 21:4)
Este artículo sobre el incrédulo Tomás se ofrece como una reflexión sobre Hechos 2: 42-47; Salmo 118:2-24; I Pedro 1:3-9; y Juan 20:19-31, las lecturas para la Octava de Pascua (Domingo de la Divina Misericordia), año A.
Traducción al español por Miguel Carranza
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