El significado de la Iglesia – ¿Has sido llamado?

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Ya que los cristianos son miembros de la iglesia de Cristo y la palabra Iglesia significa «aquellos que son llamados», cada creyente, sin excepción, tiene un llamado o una vocación. 

Al encender el televisor y sintonizar las noticias, nos damos cuenta que las situación mundial parece no tener esperanzas. Terroristas asesinan a miles e intimidan a millones. Los gobiernos ejercen su autoridad  incrementando impuestos y regulaciones para restringir la libertad.

la muerte y los impuestos

La situación tampoco parecía alentadora en Galilea en el siglo primero. El rey era un adultero irreverente y un lacayo de los odiados romanos. Los recolectores de impuestos eran corruptos y se quedaban con gran parte de poco dinero que la gente lograba ganar. El Mar de Galilea era un lago pequeño y la competencia entre los pescadores era dura. Solo dos cosas era (y todavía son) inevitables: la muerte y los impuestos.

A esta sombría escena llega alguien cuyo rostro irradia esperanza, cuyas palabras penetran el corazón. Para los que viven en el infernal reino de Herodes, Él anuncia que el reino de los cielos ha llegado. Camina solitario por la orilla de lago, sin embargo su misión no era permanecer solo. Había venido a llamar a las personas a salir de las tinieblas hacia la luz.

Iglesia: ek-eklesia, llamado

Por cierto, este es el verdadero significado de la palabra “Iglesia”. La palabra griega “ek-klesia”  se utiliza para referirse aquellos que han sido “llamados”. Ser cristiano significa pertenecer a un grupo de personas que dejan atrás una comunidad de oscuridad con su trillada vida sombría para unirse a una nueva comunidad dedicada a un nuevo y más fresco modo de vivir y a una visión totalmente diferente. Esto no significa necesariamente alejarse de la familia y los amigos, o mudarse a las montañas a esperar la segunda venida del señor. Eso sería un “culto” y no una “iglesia”.

La palabra “iglesia” tampoco significa asistir a misa una vez a la semana y suscribirse a una lista de dogmas. El responder al llamado de Cristo significa estar en el mundo pero no pertenecer a él. No dejarse manipular por los medios de comunicación. No dejarse llevar por el amor al dinero, por el placer, ni por el poder. Iglesia quiere decir “reformar tu vida”. Permitir que tu forma de pensar y tu forma de vivir se reorganicen alrededor de la verdad de la palabra de Dios.

llamados a reformar nuestras vidas

Pertenecer a la Iglesia no solo quiere decir aceptar a Jesús como Salvador. Implica también aceptarle como Señor. No significa darle la bienvenida como parte de tu vida, significa hacerle el centro de tu vida

Responder el llamado implica entregar las riendas a Cristo, tener la confianza que Él te conoce mejor de lo que tú mismo te conoces y te ama más de lo que tú mismo te amas. Implica estar dispuesto a cambiar todo lo que Él quiera cambiar – tu comportamiento, tus ideas, tus amigos, tu carrera.

Pedro y Andrés eran pequeños empresario a cargo de un negocio familiar de pesca. Jesús tenía un plan diferente para sus vidas. Para ellos, el llamado implicaba dejar atrás sus carreras. Lo mismo le sucedió a Juan y Santiago. Los cuatro tuvieron el coraje de responder, a pesar del costo, y la Iglesia, la comunidad de los “llamados”, creció.

cristina and alex w pope francis llamado vocación

vocación

La Iglesia ha estado creciendo desde entonces. Sin embargo, el llamado del Señor, también conocido como “vocación” es diferente para cada persona. Cuando el llamado llegó en mi adolescencia, implicó dejar atrás mi guitarra y mi banda de rock para dedicarme a los estudios de teología. También implicó apagar el televisor para desarrollar mi vida de oración. Cuanto tenía alrededor de veinte años, implicó renunciar a la independencia de mi vida de soltero para entregarme a la vida matrimonial y amorosamente aceptar el regalo de cinco hijos del Señor, con todas las responsabilidades, alegrías y desafíos que conlleva.

El punto es que la vocación no solo es para los apóstoles, para los sacerdotes o para los religiosos. Dios tiene un plan maravilloso y único para cada una de nuestras vidas que implica sacrificios y alegrías inimaginables. Este plan nos lleva a un reino que va más allá de la muerte y de los impuestos. Sin embargo, para experimentar la aventura y llegar a nuestro destino, tenemos que aceptar el llamado. Y esto siempre implica reformar nuestras vidas.

Este articulo sobre la vocación que conlleva ser parte de la Iglesia, es una reflexión sobre las lecturas para Tercer Domingo del Tiempo Ordinario (Isaías 8:23-9:3; Salmo 27; 1 Corintios 1:10-13, 17; Mateo 4:12-23 o 4:12-17).

Traducción al español por Miguel Carranza.

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