Amor ilimitado – el negocio de la Iglesia

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Algunos ven a la Iglesia como una corporación multinacional. De ser así, su debería marca debería ser “Amor Ilimitado”. Contrario al amor natural, el amor que debe diferenciar a la iglesia es la caridad, ágape, el amor de dios que es infinito, sin límites ni ataduras.

Algunos imaginan que la Iglesia Católica es como una corporación multinacional (“Catolicismo, Inc.”), con el Papa como su Gerente General. Esta visión de la Iglesia es un poco errada, pero no está tan lejos de la realidad. Efectivamente, la Iglesia es una organización internacional. Ese es uno de los significados de la palabra “católico”. Sin embargo, esta Iglesia no es una pequeña secta limitada a grupo étnico, sino que es “universal”, con el propósito de llegar e incluir a personas de todas las naciones.

Cornelio y la Iglesia Católica

Este es uno de los importantes mensajes de la primera lectura de este domingo. La misión de Jesús iba dirigida primeramente a los hijos de Israel. Sin embargo, él nunca limitó su ministerio exclusivamente a los judíos. De hecho, expresó que la persona de mayor fe que él conoció no era un judío si no un romano, el centurión cuyo criado había sanado.

Al igual que el maestro, también Pedro, el vicario de Cristo, se encuentra con otro centurión que también da muestras de fe y deseos de conocer a Dios. No solo era pagano, sino también un oficial del tiránico ejercito romano. Aun no había asistido al RICA, ni había recibido los sacramentos de la iniciación cristiana y sin embargo Dios derrama el Espíritu Santo sobre él y sus acompañantes. ¿Cómo podría Pedro negarles a estos enemigos los sacramentos del Espíritu cuando Dios no había vacilado en darles a ellos una medida generosa de este mismo Espíritu? Alguien dijo alguna vez que “catolicismo” significaba “¡Aquí caben todos!” En otras palabras, la familia de Dios está abierta a extranjeros y paisanos, enemigos y amigos.

Negocio de amor

La Iglesia se asemeja a una corporación multinacional también en otro aspecto: Tiene negocios muy serios que atender. Nuestra segunda lectura y el evangelio resumen este negocio en una sola palabra: amor. Si juntamos este concepto con el mensaje de la primera lectura, encontramos la misión y un buen nombre para una corporación católica– “Amor Ilimitado”.

En cierta forma, los seres humanos privados de la gracia tienen la capacidad de amar, tal como lo señala C.S. Lewis en su brillante libro, “Los cuatro amores”. Pero siempre es un amor limitado. Es limitado en extensión – amamos nuestro propio país, nuestra propia familia, nuestro propio conyugue, nuestros propios amigos. Usualmente también es limitado en intensidad – a menudo estamos dispuestos a amar siempre y cuando no nos cueste mucho.

Caridad, amor ilimitado

Pero el amor que procura la Iglesia es la caridad. Es amor divino que se entrega sin límites a todos, sin excepción. Para los seres humanos es un amor imposible de lograr sin el poder divino del Espíritu Santo que fue derramado sobre los 120 presentes el día de Pentecostés y sobre Cornelio y sus acompañantes aquel día en Cesárea. La primera carta de Juan nos dice que cuando Dios entregó a su propio hijo demostró la verdadera naturaleza de este amor.  Juan también nos enseña como identificar aquellos por cuyas venas fluye la vida de Dios – simplemente hay que validar si este mismo tipo de amor se evidencia en sus vidas.

La dicha de amar

Amar de esta manera es un privilegio y una obligación para el cristiano, pero también es motivo de gozo. De hecho, el verdadero gozo espiritual es lo que todo ser humano anhela. Pero sin haber experimentado este amor divino, nunca podremos encontrar esta dicha.

¿Por qué San Francisco de Asís y la Madre Teresa no tenían nada y sin embargo estaban tan llenos de esta dicha?

Porque lo dieron todo, de la misma forma que Dios lo hizo. Dios ama sin limites y vivir una vida de amor significa tener una intima amistad con Dios.

El amor como una aventura emocionante

Finalmente, de eso se trata. Las doctrinas, los sacramentos, el derecho canónico, las costumbres, las tradiciones y las devociones, todas están diseñados para expresar y profundizar esta intima unión con Dios, esta emocionante aventura de amor que nos llena de mas gozo del que jamás imaginamos.

 Este artículo reflexiona sobre las lecturas del Sexto domingo de Pascua, ciclo B (Hechos 10:25-48; Salmo 98; 1 Juan 4:7-10 y Juan 15:9-17).

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